ANTE LAS AMENAZAS, PRESENTAREMOS BATALLA

En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso

 

La camarilla sionista que hoy desde la cúspide misma del gobierno controla las fuerzas de inteligencia y seguridad del estado, con la complicidad de buena parte de los medios, la dirigencia política y la justicia federal, ha lanzado a través de destacadas notas en clarín y la nación, la señal de largada de una mega ofensiva anti islámica con tres objetivos fundamentales:

1-En el plano internacional:
Restablecer el hilo de causas AMIA-Memorandum-Nisman, como ariete jurídico y bandera internacional que justifique las continuas agresiones del eje sionista-norteamericano contra la República Islámica de Irán.

2-En el plano político coyuntural:

Seguir el proceso de demolición política del kirchnerismo en la imagen de CFK y en particular de sus variantes “populistas radicales” más notorias, en figura del líder de Quebracho, Fernando Esteche, el referente de La Cámpora Andrés Larroque, y el dirigente social Luis D´elia, todos imputados junto al dirigente musulmán argentino Yusuf Jalil, en la causa mamarracho de Nisman “por encubrimiento de la pista iraní”.

3-En el plano político estratégico:

Promover el anti-islamismo en la opinión pública y prevenir de esta forma la influencia de la doctrina islámica en los movimientos patrióticos y sociales argentinos, fenómeno de progresivo crecimiento en nuestro país y la región, abriendo el camino para el aislamiento y represión política de los musulmanes en la Argentina.

Nunca será suficiente insistir sobre el peligro que encierra este realineamiento de la Argentina tras la política guerrerista de las facciones más reaccionarias del eje sionista-americano y que nuestra seguridad nacional esté en manos de agencias extranjeras (CIA-MOSSAD) que patrocinan grupos terroristas como el ISIS y Al Qaeda en todo el mundo, para fomentar la islamofobia y destruir la verdadera resistencia islámica, antisionista, antimperialista y antiterrorista.

Que una decisión del Estado Argentino, basada en informes falsos –como los que justificaron la invasión de Irak en 2003- nos inserte definitivamente en la guerra mundial en curso, nos dejaría en una pésima y vulnerable posición, como país y como sociedad, aunque quieren presentárselo a nuestra gente como si se tratara de un proceso judicial inodoro e insípido.

El gobierno de CFK entrevió este escenario complicadísimo para el país y aprovechó la política de presión diplomática de la administración Obama expresada en el acuerdo nuclear con Irán, para deslindarse del delirante proyecto de la derecha israelí y norteamericana, firmando el Memorandum de Entendimiento, ensayando una tibia denuncia de las presiones sionistas sobre su gobierno.

Sin embargo tal viraje, por tímido, incompleto y tardío, no despertó en lo más mínimo el debate extenso, profundo y necesario sobre la necesidad de liquidar de una vez por todas, la infiltración sionista-americana en nuestro sistema institucional, político y de ideas.

Esta lamentable realidad del movimiento nacional-popular argentino, afectado seriamente por los bacilos del liberalismo, el reformismo y la hipocresía, dejó desarmado al gobierno K frente a la embestida sionista tras la firma del memorándum, las denuncias de conspiración y muerte de Nisman. A tal punto, que estos mismos instrumentos hoy siguen siendo rueda de auxilio de la derecha liberal para destrozar políticamente al kirchnerismo y por extensión, al conjunto del movimiento nacional, por más críticas que hubieran sido sus facciones frente a los principales problemas y desafíos de estos últimos 12 años.

Es claro para los que habitamos el subsuelo de la Argentina, que será imposible de toda imposibilidad poner en pie un verdadero Proyecto Nacional si no se constituye una fuerza patriótica y revolucionaria capaz de articular todas las posibilidades nacionales en función de producir una transformación descomunal en el campo de la cultura, los hábitos y los valores de que rigen hoy nuestras relaciones sociales.

No habrá posibilidades de proyecto nacional si no se restablece razonablemente el principio sano de reconocimiento a la autoridad en todos los campos de la vida. Si no se restablecen las nociones básicas de soberanía territorial, económica y cultural.

Si no se combate seriamente el consumismo, el hedonismo y el individualismo sin principios.

Si no se respeta el trabajo, si se premia la especulación. Si no se restablece el debate sobre la función social de la propiedad. Si no se informa fehacientemente sobre las verdades evidentes que explican el rumbo suicida que ha tomado el mundo en manos de una elite global satánica y enferma que empuja a los pueblos a la decadencia, la indefensión y la autodestrucción.

No hay proyecto nacional sin justicia y seguridad. Sin FFAA y sin aparatos de inteligencia preparados, equipados y profesionalizados, sí, pero que corrompidos e infiltrados por intereses ajenos a los del país se convierten en el principal peligro a la seguridad nacional.

No hay proyecto nacional sin luchar firmemente y con el protagonismo de todo el pueblo, contra el narcotráfico, si no se desincentivan el consumo de alcohol y de drogas, y si no se combate la trata de personas y su usufructo.

Si no se combaten el exitismo, la dispersión y la banalidad. Si no se frena la estupidización programada de la sociedad

No hay proyecto nacional si no se vuelve a Dios.

Repetimos.

No hay proyecto nacional si no se vuelve a Dios.

No es difícil de entender. Lo percibe con mucha claridad el pueblo, y asimismo lo hace la vanguardia patriótica, intelectual, política y social de nuestro país

La “islamización” de muchos de nosotros respondió a la búsqueda de fuentes de inspiración para resolver todos estos desafíos e interrogantes.

Y es lógico que así ocurra.

En medio de un mundo convulsionado, en el que todo se compra y se vende, se corrompe y se descarta, en un mundo de imperios sanguinarios y voraces, terroristas mercenarios y pueblos abandonados a su suerte, resplandecen majestuosos los ejemplos de la República Islámica de Irán, de la Resistencia Islámica Libanesa, de la Siria patriótica y multiconfesional, y por supuesto, de la eterna Palestina mártir y soberana.

Es de manual que van a intentar separar a nuestro pueblo del Islam en una mega operación de contrarrevolución preventiva.

Apelarán a la difamación, a la cárcel, a la muerte. A la desconfianza ignorante, la propaganda insidiosa y el prejuzgamiento. 

Al espíritu “cruzado”, al terrorismo, la infiltración y el escándalo.

¿Y? Acá estamos y no nos vamos. Les presentaremos batalla.

Porque no podrán separar por la fuerza lo que está soldado por el devenir del proceso histórico y el decreto divino.

No podrán eliminar la necesidad de la reconstrucción nacional y regional sobre la base de un nuevo renacimiento cultural. 

No podrán evitar que los musulmanes hagamos nuestro aporte al movimiento nacional. Porque en la patria nos encontramos todos, sin distinciones, con toda nuestra unidad y también con toda nuestra diversidad.

No podrán contra el respeto, la firmeza, la fe, la voluntad. No podrán contra la justicia, contra las verdades evidentes. Ni siquiera les servirán nuestros errores, nuestras debilidades, nuestras insuficiencias. Trabajamos todos los días sobre ellas.

La podrán hacer más fácil o complicada. Más constructiva o confrontativa.

Lo podremos ver o no ver quienes esto suscribimos. Poco importa si en un año, en diez o en cincuenta.

Por eso, a nuestros enemigos declarados, esos que nos amenazan hoy desde los medios de comunicación, les advertimos que hay algo que nunca deben olvidar:

Miren a su alrededor, más allá de su alrededor, y más allá del más allá de su alrededor; en lo profundo del universo…

Desde su propio corazón hasta aquella estrella lejana, casi imperceptible, todo es de Dios. Nada es de nosotros. No lo reclamamos, no lo queremos.

Por eso venceremos.