lunes, 27 de agosto de 2012

Aportes críticos a la difusión del Islam (Segunda Parte)


En el Nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso

Introducción
El abierto tono polémico de nuestro artículo anterior, que invitaba al debate fraternal –pero firme y sincero- al interior de la comunidad islámica, así como la transparencia en el planteo de tópicos fundamentales para el crecimiento y desarrollo del Islam en nuestra patria, no surtió el efecto deseado, aunque si el esperado.
Una comunidad fresca y vivaz hubiera producido una lluvia de reacciones, aportando, profundizando o censurando nuestras opiniones. Quizás haya quienes piensen que optar por el silencio pueda entenderse como un gesto de piedad, afirmándose a si mismos que quienes ponen todo de sí en el camino de Dios no tienen por que dar relevancia a ciertas opiniones, y que en ultima instancia, quien tendrá la balanza para medir las acciones y su intención, es el Único.
Sin embargo, no es el caso. Creemos que los temas abordados tienen una importancia superior a la que puedan tener nuestras propias posiciones al respecto, y la falta de fluidez en su tratamiento solo generarán dificultades en el sendero de la difusión y expansión del Islam en la Argentina y en alguna medida en América Latina. Es un caso en el que el silencio esta mas lejos de la sabiduría y la determinación, que de la modorra y el conservadurismo.

Las referencias
El Sagrado Corán y la sunnah profética brindan abundantes referencias que condenan la modorra, la soberbia y el extrañamiento. Asimismo censura enérgicamente la especulación, la descalificación, la desidia y el poner obstáculos a los creyentes en la senda de Dios.
¡Cuánto mas explicitas son las tradiciones de Ahlul Bait (P) legadas a la humanidad en medio de las más terribles condiciones de opresión, despojo, padecimiento e injusticia! Ciertamente con Su guía, otorgo a sus seguidores una sincera preocupación por la vigilancia, la creatividad, la lealtad, la austeridad, el compañerismo y el compromiso social, en particular con los pobres y oprimidos.
Como decíamos en nuestro articulo anterior, la política es la vía de difusión por excelencia del Islam, un espacio místico prácticamente inigualable, donde convergen la fe y la vida, el individuo y la sociedad, la naturaleza, el intelecto y la unidad intrínseca de la creación con su Creador[1].
Castrado de esta profunda dimensión, el Islam quedaría reducido a una sucesión de ritos mecanizados que perdiendo su sentido de orientación, expresarían por si mismos que allí alguna vez existió una estrecha conexión de sentido entre el hombre y la Existencia.

La gradualidad
En la Argentina los musulmanes somos una pequeñísima minoría religiosa, mas visibilizada por la acción y la propaganda del enemigo, que por nuestra influencia real en la vida concreta de nuestros compatriotas. Como si la extranjerización propia de nuestra comunidad basada en prejuicios reaccionarios no alcanzara, nuestra línea de difusión centra sus cañones en contrarrestar la propaganda colonialista con mentalidad igualmente colonial.
El enemigo nos ataca por ser depositarios de una “cultura foránea” y nuestra comunidad responde desde las colectividades y en árabe, explicando que los musulmanes de otros países no son lo que el imperio dice, y pretendemos legitimidad “nacional” por la influencia de ciertas palabrejas o costumbres culinarias traídas por abuelos inmigrantes al país. Como decíamos antes, el pueblo escucha las perversiones imperialistas sobre el Islam las 24hs del día los 365 días del año, pero no convive con el, sencillamente porque los musulmanes no solo no conviven, sino que están amargamente divorciados del pueblo argentino, encerrados sobre si mismos.
Aunque la comunidad islámica argentina tuviera un poderoso multimedio e influyentes relaciones publicas, esto no cambiaría un ápice. O sí pero para peor, porque a pesar del esfuerzo que hacemos algunos, es probable que en este caso, nuestros propios medios terminen por convencer a nuestro pueblo de que somos agentes de instituciones y sociedades extranjeras, en lugar de creyentes y difusores de un mensaje universal.
Porque el problema no esta en los medios materiales con los que se cuentan para la difusión sino en la orientación retrograda, sectaria y errónea de la misma.
Y esto es porque hay una línea de difusión que no se hunde en las necesidades, intereses, tiempos, modos y posibilidades del Islam en la Argentina, sino en las necesidades, intereses, tiempos, modos y posibilidades externas. Ni siquiera existe el espacio para una real convergencia de estos dos puntos de vista. Cualquier intento de enderezar el rumbo o integrarlo paralelamente al existente es condenado por aventurerismo e ignorancia y enviado directamente al ostracismo.
Nuestro punto de vista es diametralmente inverso. Creemos que no es tiempo de micrófonos ni protocolos. Es tiempo de naturalizar con fe y con obras –indisolublemente ligadas en nuestra tradición al punto de significar una sola y misma cosa- la presencia islámica en el país. Integrarnos plenamente desde nuestra identidad y valores al quehacer cotidiano de nuestro pueblo, y que el resto de la sociedad viva y conviva con los musulmanes de carne y hueso, ni con los villanos dibujados por el imperio ni con los héroes lejanos de los apologistas desnacionalizados.
El pueblo argentino padece los mas diversos sufrimientos derivados del predominio de una cultura decadente y reaccionaria impuesta a fuerza de sangre, fuego y corrupción, y no dudamos en lo mas mínimo que el descubrimiento genuino del Islam, en el ejemplo de nuestros hermanos de fe junto a la invitación y confraternización constantes en nuestra tradición, refrescará las esperanzas de sectores cada vez mas amplios de un pueblo severamente dañado por el derrotismo moral y social (los prejuicios liberales y el exitismo político progre de algunos sectores, lejos de representar el “espíritu nacional” constituyen la justificación del conformismo,  verdadero “opio” de los pueblos).
Claro que esta perspectiva desemboca necesariamente en un conjunto de desafíos complejos.
En primer lugar, los musulmanes seremos sometidos a duras pruebas que galvanizarán la fe de los creyentes y debilitaran notoriamente a hipócritas y arribistas.
En segundo lugar, el combate sagrado contra el ego abandonará el tranquilo podio del formalismo para hundirse profundamente en el corazón y la conciencia del creyente una vez expuesto francamente a la cotidianeidad de una sociedad pervertidamente adversa, sin más protector que Dios.
Por supuesto que fuera de la burbuja de las colectividades y el ensimismamiento, se sinceran y purifican los grados de fe, abandonando la virtualidad y el doble estándar para equilibrar su valor real en la reunificación social del individuo.
Esto exige por otra parte, lideres y referentes religiosos mucho mas versátiles, atentos, abiertos y comprometidos con la construcción de la comunidad real, inmersos en los problemas de nuestra sociedad en su conjunto, aunque en particular de los creyentes, los pobres y oprimidos (cuando decimos inmersos no referimos al conocimiento estadístico y analítico que proviene del estudio, sino principalmente del que se nutre del acompañamiento, la interacción e intervención directa).
De esta orientación se desprende lógicamente un método de trabajo “gradualista”, pero de un gradualismo de características muy distintas al que impera hoy en la comunidad islámica argentina[2].
Con estas impresiones preliminares y generales damos por concluida esta etapa de nuestra participación en la promoción de un debate que consideramos impostergable al interior de la comunidad islámica.
Dios quiera que nuestras palabras sinceras lleguen al corazón y al entendimiento de quienes trabajan por hacer mas corta la espera…


[1] Por supuesto que la política a la que nos referimos aquí, trasciende largamente el uso corriente que se le da como arte y disciplina para la conquista del gobierno de una sociedad o un pueblo, ampliándolo al principio básico del Islam –mucho mas completo y determinante- de “ordenar el bien y combatir el mal” bajo la absoluta soberanía de Dios.
[2] Es llamativo que quienes critican nuestro gradualismo en ciertas exigencias de la practica religiosa y en materia doctrinal, lo hacen en nombre de la “integridad del Islam” aunque ellos caigan en un “gradualismo” aun mas vulgar, estrechando su idea de “integridad” a un cúmulo de formalismos desprovistos de sentido efectivo y deformaciones varias, extranjerización incluida.

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